Bilingüismo y cooficialidad del catalán y el castellano en Cataluña: no es oro todo lo que reluce.

Agradezco, y en parte comparto, la defensa del bilingüismo y de la cooficialidad del catalán y el castellano en la futura República catalana. Agradezco en especial esta defensa cuando viene de los catalanohablantes, esos hablantes que han tenido que defender su lengua contra viento y marea, esos hablantes con los que tan poca consideración tenemos. Y no hablo sólo de la poca consideración de las instituciones del Estado español, sino también de la de muchos castellanohablantes que vivimos el dominio de nuestra lengua materna como un hecho natural e inocuo.

Estos días oigo y leo mucho sobre los peligros de optar por que el catalán sea la única lengua oficial de la República catalana. Pero yo como castellanohablante veo que los argumentos de la defensa de la cooficialidad de catalán y castellano también tienen peligros, y de éstos se habla poco. A mí me inquieta, ¡y mucho!, el peligro de:

  • Dar a entender que si no hay dos lenguas cooficiales no habrá bilingüismo. Me parece que es hacer trampa. Cualquiera que conozca mínimamente el uso social del castellano en Cataluña sabe perfectamente que no necesita para nada ser lengua oficial para mantener su presencia social y cultural.
  • Dar a entender que se genera un problema de convivencia social, como si la opción por el catalán como única lengua oficial tuviera como objetivo ir en contra de alguien, o excluir a aquellos que no lo tienen como lengua materna. Estoy convencida que el único objetivo que tiene la mayoría de la gente que defiende honestamente esta opción es defender el catalán como la lengua propia Cataluña, objetivo absolutamente legítimo. Usar el fantasma de la alteración de la convivencia social como excusa para no reconocer que lo que no se quiere es aceptar que el catalán es la lengua propia de una nación llamada Cataluña, me parece zafio e irresponsable.
  • Dar a entender que existe una situación de igualdad entre las dos lenguas y que el trato igual es de justicia. Cuando me parece que es una evidencia palmaria que la situación de ambas lenguas es bien desigual, y no hay nada más injusto que tratar igual cosas que son desiguales. Para mí este es el peligro que pone más de manifiesto la poca capacidad tenemos los hablantes de una lengua dominante para entender lo difícil que es para los hablantes de una lengua minoritaria vivir en su lengua. Esta incomprensión, este imaginario social que se empeña en hablar de las dos lenguas como equiparables, creo que es la coartada perfecta para no reconocer la inferioridad de condiciones en que se encuentra, todavía hoy, el catalán. Y de ahí a considerar que el catalán no necesita políticas de promoción de su aprendizaje y su uso hay sólo un paso. Un paso que pondría en peligro su supervivencia.

Si los castellanohablantes hiciéramos un poco de reflexión autocrítica, de esa misma que tantas veces le pedimos a los catalanohablantes, quizá seríamos capaces de ser un poco más generosos y apostaríamos por ayudar a nuestros conciudadanos que quieren vivir en su lengua materna, el catalán, a defender su derecho a hacerlo.

Sólo hace unos años que hablo catalán y hasta que no lo he hablado como lengua habitual no me he dado cuenta de lo difícil que es vivir en catalán en Cataluña. ¡Haced la prueba! Yo todavía no he conseguido vivir 24 horas sólo en catalán. Sin embargo cuando solo hablaba castellano, me era muy fácil pasar 24 horas sin usar el catalán.

Si en el proceso constituyente, cuando hagamos el debate sobre cuál será la lengua o lenguas oficiales de Cataluña, llegamos a la conclusión de que la mejor manera de preservar la supervivencia del catalán y  de consolidarlo como la lengua propia de Cataluña es que sea la única lengua oficial. ¿No seremos capaces los ciudadanos castellanohablantes de Cataluña de apoyar esta opción? Yo creo que sí, y que no nos costará demasiado, porque ¡seamos honestos! no nos jugamos nada, no hay peligro de que nuestra lengua materna desaparezca de este país. El castellano no estará amenazado porque seguirá siendo una lengua dominante; y porque un pueblo que ha tenido que defender su lengua en condiciones difíciles no usará su Estado para ir en contra de ninguna lengua, ¡seguro!

Un año de blog: elecciones en Cataluña el 27S2015, ¡por fin! el referéndum que no pudo ser el 9N2014

Ayer hizo un año que abrí este blog en un rato tranquilo de mis vacaciones en un pueblo de playa. El mismo desde el que también os escribo hoy. El blog lo empecé el 9 de agosto como fecha simbólica: faltaban tres meses para la consulta del 9 de noviembre de 2014. Una consulta que era la única fórmula que habían encontrado los responsables políticos de Cataluña para hacer el referéndum sobre la independencia. Pero como sabéis ni tan sólo eso pudo ser. Votamos, sí, pero en una jornada que tenía todo el valor que simbólico que se quiera, pero ningún valor político ni jurídico que nos permitiera tener el mandato democrático que necesitamos para iniciar un proceso de independencia. Y aquí seguimos… sin votar, pero contentos y esperanzados porque ya tenemos fecha para el referéndum: 27 de septiembre de 2015. Sí, ya sé que me diréis que son unas elecciones autonómicas, bien que lo sabemos, ¡mejor que nadie!, los ciudadanos de Cataluña – y los políticos- que llevamos casi tres años intentando sin éxito otras fórmulas mejores para hacerlo. Pero lo importante es que las elecciones nos permitirán votar SÍ o NO a la independencia y el resultado de la votación generará un mandato democrático. Si el SÍ a la independencia es mayoritario tendremos la legitimidad democrática suficiente para empezar a dar pasos para conseguirla.

Las elecciones al Parlament de Catalunya están convocadas como elecciones autonómicas, pero para muchos de nosotros son plebiscitarias y constituyentes. Plebiscitarias porque permiten hacer el referéndum y contar los votos del SI a la independencia. Constituyentes porque en caso de victoria del SÍ el Parlament de Catalunya quedará mandatado a iniciar el proceso constituyente del nuevo Estado. Y lo que hace posible que sean plebiscitarias y constituyentes es que habrá dos candidaturas que llevaran en su programa electoral como objetivo principal la apuesta por la independencia de Cataluña y la hoja de ruta de los pasos que se comprometen a dar para conseguirla. Y lo que acabará de confirmar que lo son será que una mayoría de ciudadanos y ciudadanas de Cataluña votemos a una de estas dos opciones manifestando nuestra decisión de apostar por la independencia como la vía para construir el futuro que nuestra comunidad política, nuestro país, necesita.

Por supuesto somos conscientes de que plantear las elecciones de esta manera entra en conflicto con el carácter de elecciones autonómicas que tienen según el decreto de convocatoria, que se ajusta lo establecido en el ordenamiento jurídico del Estado español.  También somos conscientes de que tanto la propuesta de la independencia como objetivo político como la hoja de ruta para avanzar hacia ella, implican la ruptura, política y jurídica, con el Estado y en consecuencia suponen abrir un conflicto institucional. Y si asumimos la ruptura y el conflicto, siempre por vías democráticas y pacíficas, es precisamente porque después de años de intentar soluciones negociadas y acordadas hemos llegado a la conclusión de que es imposible avanzar ni un paso más. Sabemos que estamos buscando soluciones que se sitúan fuera de la legalidad actual por eso somos los primeros en autoexigirmos que todos los pasos que estamos dando – y los que daremos- tengan el máximo de garantías democráticas posibles, el máximo de legitimidad democrática. Y si asumimos todo esto y nos autoexigimos todo aquello, es porque a lo que no estamos dispuestos es a quedarnos parados, a aceptar el bloqueo que nos impone un Estado que utiliza el ordenamiento jurídico para intentar parar una reivindicación democrática. Queremos ejercer nuestro derecho a buscar un futuro político para Cataluña, no estamos dispuestos a desistir.

Por todo esto mi último párrafo de este post es una “copia actualizada” de este último párrafo del primer post de este blog:

”Por eso yo, que soy y me siento española, vivo con ilusión este proceso político y participo activamente como ciudadana de Cataluña. Por eso defiendo activamente que la mejor vía democrática, la que da más garantías de participación a la ciudadanía es votar en una consulta el próximo 9 de noviembre. Hoy faltan exactamente tres meses. ¿Qué votaré? Creo que por lo que he explicado ya se intuye, pero prometo contarlo en otro post.” (9 de agosto de 2014)

Por eso yo, que soy y me siento española, vivo con ilusión este proceso político y participo activamente como ciudadana de Cataluña. Por eso defiendo activamente que la mejor vía democrática, la que da más garantías de participación a la ciudadanía, es votar en las elecciones del próximo 27 de septiembre. Hoy faltan exactamente 48 días. ¿Qué votaré? Creo que por lo que he explicado ya se intuye, pero prometo contarlo en otro post.

Diez razones para un estado catalán por Toni Soler

Comparto con vosotros este post que explica de forma muy clara las diez razones por las que muchos ciudadanos de Cataluña, sea cual sea nuestro origen y nuestro sentimiento de pertenencia a uno u otro país, apostamos por la creación de un estado catalán.  Y por tanto el próximo 27 de septiembre votaremos SI a la independencia de Cataluña; votando la lista de Juntos por el Sí  (Junts pel SÍ) o la lista de la CUP. Prometo un post en breve explicando por qué estas elecciones son para nosotros un referéndum.

DIEZ RAZONES PARA UN ESTADO CATALÁN

  1. DEMOCRACIA. El crecimiento del independentismo es un fenómeno muy transversal, masivo y totalmente pacífico. Es absurdo negar esta realidad y, como en Escocia, lo más lógico es que una cuestión tan importante se dirima en las urnas. No es cierto que los referéndums fracturen a la sociedad. Al contrario, si la cuestión se cierra en falso con la mera aplicación de la ley, nos abocamos a un escenario de frustración, reproche y ruptura emocional. El independentismo ha señalado por activa y por pasiva que respetará el veredicto de las urnas. Esa apuesta radical por la democracia es una de sus fortalezas.

  2. DIGNIDAD. Muchos catalanes, con independencia de su perfil identitario y su ideología, se han sentido agredidos desde que el tribunal constitucional anuló el Estatuto de Autonomía de 2006, aprobado en el Parlament por 120 votos (de 135) y refrendado en las urnas a pesar de que el Congreso de los Diputados se cepilló (en palabras de Alfonso Guerra) parte de su contenido. La independencia supone la garantía plena de que el futuro de Cataluña y su gobierno estará en manos de sus ciudadanos.

  3. SOBERANÍA. La autonomía de Cataluña está, en la prática, intervenida. Políticamente, buena parte de sus atribuciones han sido bloqueadas con leyes y decretos; financieramente, depende del techo de déficit impuesto por el ministerio de hacienda. Además, el gobierno del PP ha utilizado al tribunal constitucional a su antojo, bloqueando, en el último año, medidas aprobadas por el Parlament catalán como por ejemplo el impuesto sobre depósitos bancarios, las medidas contra la pobreza energética y diversas tasas medioambientales.

  4. DIVERSIDAD. Cataluña es, más allá del tópico, una tierra de acogida, y Barcelona una urbe diversa y cosmopolita. Un Estado catalán puede y debe ser más respetuoso que el Estado español en cuanto a la identidad diversa de sus ciudadanos, especialmente con los cientos de miles que tienen vínculos sentimentales con España. Si la independencia la construimos entre todos, el futuro Estado catalán será la garantía de una relación próxima y fraternal con los pueblos de España, con Europa y con todo el mundo. Esto incluye la oficialidad de la lengua española y el respeto hacia el resto de idiomas que se hablan en Cataluña.

  5. LENGUA. La lengua y la cultura catalanas han sufrido siglos de persecución e incluso ahora se encuentran amenazadas por fenómenos nuevos como la globalización, la inmigración, los ataques al modelo educativo y la preeminencia del español y el inglés en los grandes canales de comunicación y difusión cultural. Un Estado catalán puede ayudar a mejorar el conocimiento del catalán, ayudar a los creadores locales, mejorar el statusde nuestra lengua propia y su reconocimiento internacional, escamoteado aún hoy por las autoridades españolas en todos los ámbitos, incluyendo el académico.

  6. SOLIDARIDAD. Cataluña necesita aprovechar el esfuerzo fiscal de sus ciudadanos, como cualquier territorio soberano del mundo. Todos los estudios publicados sobre la cuestión de las balanzas fiscales demuestran que los ciudadanos de Cataluña reciben una inversión pública muy por debajo de su aportación fiscal. Aún manteniendo una cuota de solidaridad con el resto del Estado español (libremente acordada), el gobierno de una Cataluña independiente podría disponer de los recursos necesarios para garantizar el estado del bienestar, mejorar inafraestructuras, ayudar a sectores clave como investigación, cultura, educación…

  7. REGENERACIÓN. Cataluña, como el resto del Estado español, se encuentra en un escenario de fin de régimen, y se ha visto azotada por graves casos de corrupción que cuestionan el modelo surgido de la transición democrática. La revolución pacífica del independentismo ha puesto patas arriba el sistema catalán de partidos; la construcción de un nuevo Estado es una ocasión única para acometer una nueva etapa basada en la regeneración democrática y la exigencia de transparencia y honradez en el servicio público. Esto incluye la persecución de todos los fenómenos de corrupción pasados y presentes.

  8. AUTOGOBIERNO. Un proceso de independencia está lleno de incógnitas. Pero la actual situación nos lleva a la certeza de que, si este proceso fracasa, la autonomía catalana quedará tutelada y se consolidarán las injusticias y la discriminación que hasta ahora hemos denunciado. Los grandes partidos españoles apuestan por ajustes constitucionales que blinden las competencias del estado y harmonicen las atribuciones de las autonomías. Se trata de una reacción centralista con alguna concesión federalizante, como la reforma del senado.

  9. VECINDAD. Nada impide a un futuro Estado catalán llegar a fórmulas de cooperación con el territorio español, incluyendo la confederación si ambas partes lo acuerdan y lo refrendan democráticamente. Mientras la relación bilateral sea en pie de igualdad, todo lo demás es planteable, aún más si ambos territorios pertenecen a la UE. La independencia es una oportunidad para empezar de nuevo y cooperar con el proceso constituyente que reclaman los sectores más dinámicos de la izquierda española.

  10. REPÚBLICA. Queremos un Estado de derecho, republicano, laico, de ciudadanos libres, que renuncie a privilegios trasnochados y que demuestre a las élites económicas y mediáticas que la gente -a través del sufragio- está al mando de su propio destino.

enlace al post en el Blog de Toni Soler: http://tonisoler.cat/diez-razones-para-un-estado-catalan/

LA LISTA «Juntos por el SI» PARA EL 27S explicada por Ramon Cotarelo

Muchos me preguntais extrañados por la lista que se ha pactado para las elecciones del 27 de septiembre en Cataluña, una lista que suma las entidades independentistas (ANC y Omnium Cultural), CDC, ERC y independientes.  Estaba dándole vueltas a un post para  explicarlo, pero al leer éste de Ramon Cotarelo he pensado que mejor compartirlo con vosotros tal cual. Creo que es muy claro. Ramon Cotarelo vive en Madrid, es Catedrático de Ciencia Política y de la administracion en la UNED.

La lista de la DUI, post de Palinuro: http://cotarelo.blogspot.com.es/2015/07/la-lista-de-la-dui.html?m=1

Pues sí, parece que los medios y los políticos españoles están enterándose ya de la importancia de lo que se les viene encima. Ni el gobierno, ni la oposición, ni los medios, ni los analistas, expertos o tertulianos calibraron el vigor, el apoyo del movimiento soberanista. Para Rajoy -los dioses le conserven el juicio- esto era una algarabía. Para los demás, algo más leídos, era un problema, pero lejano, en gran medida incomprensible, sobre todo desde las coordenadas del nacionalismo español compartido por la izquierda y la derecha. En todo caso, algo que correspondía resolver al gobierno. El gobierno no ha resuelto nada y ahora el país se encuentra ante unas elecciones el 27 de septiembre que prometen ser el comienzo de la ruptura entre Cataluña y España si las ganan la lista de Juntos por el sí y las CUP.
Y el nacionalismo español no sabe qué hacer. Sigue encastillado en su rotundo «no», en la negativa a reconocer carácter plebiscitario a las elecciones (en realidad, ni siquiera puede, pues carece de asidero legal para ello) y en emplear la represión. La vicepresidenta del gobierno repite, como si fuera un robot averiado, que se recurrirá ante el Tribunal Constitucional o instancia competente cualquier medida de la Generalitat a la que el gobierno se oponga. El ministro de Justicia también afirma, como tranquilizando gente temerosa, que el gobierno dispone de medios legales para frenar las iniciativas independentistas. Descarta la aplicación de la proyectada Ley de Seguridad Nacional. Bastará con aplicar las leyes y recurrir a los jueces que en España son libres e independientes. Lo de la Ley de Seguridad Nacional es más que dudoso y un desmentido de un miembro del gobierno de Rajoy no lo más convincente para nadie.  Aparte del absurdo de aprobar una norma para no aplicarla que, obviamente, no se cree nadie. En cuanto a la aplicación de la ley, suena a verdadera mofa que el ministro de un gobierno que cambia la ley a su capricho con su mayoría absoluta, exija a otros su cumplimiento.
Pero algo está claro. Si la lista de Juntos por el sí obtiene mayoría suficiente (cuestión esta ya despejada por Forcadell al cifrarla en 68 diputados, mayoría absoluta), al día siguiente comienza el proceso de desconexión de España mediante una serie de medidas del Parlament y actos del gobierno de la Generalitat. No se oculta a nadie que, a tenor de lo ya reiteradamente declarado por las autoridades españolas, estas recurrirán todas las disposiciones por considerarlas inconstitucionales y paralizarán el proceso. SiJuntos en Común hacen real su amenaza, el Parlamento catalán aprobará una declaración unilateral de independencia (DUI) que el gobierno español no reconocerá, pero generará una situación política interna y externa imposible de prever.
Es decir, en el fondo, los propósitos de Juntos por el sí son tan quiméricos como los de Catalunya sí es pot, pero se diferencia de estos en que cuenta ya con una propuesta alternativa, la DUI,  que los otros no consideran, o no mencionan o, como es el caso de Podemos, según parece, remiten a los tribunales. En el fondo, este pleito de la independencia está triturando a Podemos y no solo en Cataluña. Como buena izquierda española, no se molestó en entender la cuestión catalana y encontrar en ella una orientación. Resulta  ahora muy difícil trazar una vía intermedia entre el independentismo de las CUP y el unionismo del PSOE.
La DUI es un paso de no retorno que abre la vía a una mayor internacionalización del conflicto, en línea con los intereses soberanistas. Los reconocimientos de la DUI que se den aquí y allá y las presiones al gobierno español para que encuentre una solución negociada llegarán a ser insoportables. Una vez más el nacionalismo español se encamina a una derrota por su falta de comprensión de la realidad del otro y, lo que es peor, de la de sí mismo.

El proceso de independencia de Cataluña será la envidia de todo activista social

En Cataluña estamos a tres meses de las elecciones del próximo 27 de septiembre, un periodo preelectoral que aquí lo vivimos con una intensidad y emoción especiales. Supongo que lo que más os llega, vía medios de comunicación, es el debate de cuantas listas se presentan, la controversia sobre si son elecciones plebiscitarias o no, los partidos o plataformas que se crean… Seguramente os parecerá que estas elecciones, como todas, son «cosas de políticos», pero nada más lejos de la realidad. Los ciudadanos de Cataluña, que llevamos varios años trabajando en mil iniciativas para poder votar sobre la independencia de nuestro país, lo vivimos como nuestro día D, nuestro momento cero. Por fin podremos votar SI o NO a la independencia. Aunque hubiéramos preferido un referéndum en condiciones, ¡claro! Pero el 27 de septiembre ¡votaremos!, y estremece pensar que si gana el SI a la independencia se desencadenará un proceso constituyente de un nuevo país, un proceso que nos permitirá cambiarlo todo, un proceso que necesitará de la participación de todos.

A veces pienso que inmersos en el activismo para conseguir votar no somos del todo conscientes de lo que se nos viene encima el día después. Una vez conseguido, si es el caso, el mandato democrático que legitimará el inicio de un proceso constituyente, tendremos que asumir el reto mayor que una sociedad puede tener: diseñar las normas e instituciones con las que gobernarse. ¡No me digáis que no suena bien! El sueño de toda persona que vive comprometida con el cambio de la sociedad en la que vive. El sueño de todos los que en 15M del 2011 estábamos en las plazas reclamando un cambio del sistema. Una oportunidad que en aquel momento reclamábamos pensando que era dificilísimo de conseguir y que, ¡mira por donde!, en Cataluña ya la acariciamos con la punta de los dedos.

Por eso estoy convencida que el proceso de independencia de Cataluña será la envidia de todo activista social. Todos los que en el resto del estado español y también los de otros países trabajáis por conseguir una sociedad mejor podréis observar cómo evoluciona nuestro proceso constituyente: sus oportunidades y riesgos, sus aciertos y errores, sus avances, sus mecanismos de decisión democrática, su capacidad de diseño institucional, etc. Y perdonad la chulería, pero estoy convencida de que nuestro proceso será la envidia de todos vosotros, no porque lo hagamos especialmente bien, que espero que sí, sino porque tendremos la suerte de poder hacerlo. ¿Cuántas sociedades, cuántos ciudadanos tienen la suerte de poder decidirlo todo en un nuevo país mediante un proceso democrático y pacífico?

A mí lo que más me gustó y me ilusionó del 15M era esa indignación que, ¡por fin!, era reacción activa de una ciudadanía que estaba desconcertada y bloqueada ante la crisis económica y social. Ese ¡basta ya! que era la primera salida del estado de indiferencia y de impotencia del que se aprovechan algunas organizaciones políticas e instituciones para actuar impunemente contra los derechos de los ciudadanos. De hecho cuando algunos criticaban que los del 15M mucho protestar, pero poco proponer y, por tanto, pronosticaban que tendría poco efecto en el cambio social, yo pensaba: “el paso de tantos ciudadanos de la indiferencia a la indignación y al activismo tendrá efecto seguro, y un efecto e impacto mayor y más profundo de lo que muchos creen». La gente exigía «mejor democracia y mayor justicia social» y estaba dispuesta a luchar por ello, el efecto transformador ¡estaba garantizado!

Otra de las experiencias interesantes que viví en mis  horas de actividades y asambleas de la Plaça de Catalunya de Barcelona era ver cómo se hacían debates en los que participaban personas de diferentes grupos, personas que estaban implicadas en luchas muy diferentes, otras que hasta el momento no habían participado en ninguna, otras que incluso nunca se habían sentado en la misma reunión o asamblea porque se consideraban en luchas diferentes o incluso enemigas o adversarias. Y en esos debates crecía la conciencia de que todas las luchas son la misma lucha, y que el cambio sólo se genera si somos capaces de sumar, solidarizarnos, cooperar. Siempre desde el respeto a la idiosincrasia y a la potencia particular de cada lucha, de cada organización, de cada colectivo. Y además los que éramos miembros de organizaciones de esas de las que decíamos “no nos representan” (partidos, sindicatos, organizaciones profesionales,…) consolidábamos nuestro convencimiento de que las organizaciones de la democracia representativa que tenemos, necesitaban una reforma profunda y urgente si queríamos tener alguna utilidad en esta lucha social.

En mayo de 2011 yo todavía no había descubierto la potencia democrática y transformadora de la reivindicación independentista que ya comenzaba a consolidarse y a crecer, pero de la que yo me sentía sólo espectadora. Interesada e interrogada, pero espectadora. Fue en la manifestación del 11 de septiembre de 2012, en un ambiente a la vez festivo e indignado, un ambiente que me recordó al de la Plaça de Catalunya, cuando caí en la cuenta de la conexión entre la movilización independentista y la movilización social. El Passeig de Gràcia estaba a reventar de gente que quería un nuevo país y lo quería con libertad política y también con más justicia social y mejor democracia. Ciudadanos y ciudadanas diversos,  grupos y organizaciones de todo tipo, dispuestos a luchar por un futuro diferente para su sociedad, mil luchas unidas en una misma lucha. Transversalidad, pluralidad  y a la vez proyecto y lucha compartida. Allí empecé a barruntar que esto de la independencia podía ser más interesante de lo que había creído hasta el momento.

En los meses siguientes, ya con este interrogante abierto, fui comprobando muchos de los que estaban en las diversas luchas sociales eran también activistas pro independencia. Comenzaba a intuir que el proceso constituyente que reivindicábamos en el 15M tenía una oportunidad única de realización en el proceso de independencia. La potencia democrática y transformadora que tiene la construcción de un nuevo país es demasiado tentadora para los ciudadanos convencidos de que se han de cambiar de raíz las instituciones políticas y la organización social, como para dejarla pasar. 

Y por si faltaba algo, la movilización independentista ha sido un revulsivo, ha provocado un cambio de mi visión de los procesos de transformación social. He empezado a creer de verdad que la ciudadanía organizada tiene potencia suficiente para marcar la agenda política, para generar cambios en la sociedad y también forzarlos en las instituciones por difícil que parezca. Tengo el convencimiento de que muchos de los ciudadanos que defienden la independencia consolidaron la conciencia de que era posible marcar la agenda política desde abajo, desde la calle, en su experiencia del 15M. Y también estoy convencida de que la capacidad de reivindicación ciudadana en Cataluña debe su fuerza especial a la experiencia colectiva de defensa de sus derechos acumulada durante siglos. Una defensa mantenida heroicamente en la situación precaria, políticamente hablando, en la que han vivido por el hecho de ser durante tanto tiempo una nación sin Estado.

Y ésta es la razón principal por la que considero una suerte vivir este momento en Cataluña y poder participar en el proceso de independencia. Creo que la ciudadanía organizada está demostrando que se puede luchar por objetivos políticos desde la movilización reivindicativa radicalmente democrática y pacífica. Que se puede conseguir que los políticos, los partidos, las instituciones, den respuesta a las peticiones y tengan que incorporar los objetivos que se reclaman desde la ciudadanía.

Y si conseguimos la mayoría necesaria para iniciar el proceso de independencia, tendremos la mejor oportunidad imaginable para construir, desde la participación ciudadana, un país con unas estructuras políticas que garanticen mayor radicalidad democrática y mayor justicia social. Una oportunidad que ¡no podemos dejar pasar! y que estoy segura que provocará la envidia de muchos, envidia ¡de la sana!

 

La revolución de las agendas: la independencia avanza en lo cotidiano

Hace días que me ronda por la cabeza este post, pero ha sido difícil encontrar un rato para escribirlo porque mi agenda está a tope. Supongo que estos últimos meses habéis escuchado más de una vez frases del tipo «el proceso se está enfriando» , «el independentismo sufre un momento de bloqueo o desorientación», «el apoyo a la independencia está estancando en un porcentaje que no asegura una victoria clara», etc. Y si habéis buscado los argumentos que se utilizan para explicar esta situación, habréis encontrado noticias sobre las discrepancias entre los partidos que defienden la independencia, sobre la dificultad de pactar una hoja de ruta,… y de vez en cuando una referencia a la bajada de intensidad en la presencia de la movilización independentista en la calle. Dejo para otro momento mi análisis sobre éstos argumentos porque prefiero contaros otra parte de la historia de lo que está pasando. Una parte de la historia que es bastante desconocida, pero que explica el avance, silencioso pero implacable, del apoyo social a la independencia.

He empezado diciendo que lo he tenido difícil para encontrar este rato para escribir porque tengo la agenda a tope. De hecho mi respuesta típica cuando me encuentro con alguien que me habla del enfriamiento del independentismo es «pues mi agenda todavía no lo ha notado, sigue echando humo».  Y creédme que no lo digo para hacerme la importante sino para poder explicar cuál es la clave para tomar el pulso al independentismo: los miles de personas que continúan trabajando por la independencia en su día a día. Agendas de personas corrientes llenas de citas de reuniones, estands informativos en la calle, debates y tertulias, buzoneo de folletos, elaboración de contenidos de folletos y vídeos, actos en centros cívicos y en la calle,…En alguno de mis post anteriores ya os explicaba que ésta era para mí una de las mejores experiencias de lo estamos viviendo en Cataluña y que por eso considero una suerte que toda esta movida me haya pillado viviendo en Barcelona. La suerte de poder ser ciudadana activa en un proceso de transformación política que abre todas las posibilidades de cambio imaginables y que te sumerge en una marea de activismo ciudadano. Un activismo en que todos somos conscientes de que la aportación de cada uno es imprescindible y es la mejor garantía de la viabilidad de la independencia.

Un activismo cotidiano que ha transformado nuestras agendas personales:

– Las ha llenado de nombres de personas con las que trabajamos codo a codo y que hace unos meses no las conocíamos de nada, y ni siquiera frecuentábamos los mismos lugares o actividades.

– Ha «invadido» las horas que teníamos reservadas para el ocio, las actividades culturales o las actividades en familia con actividades para hacer difusión de la independencia – como la oportunidad y la herramienta para construir una sociedad mejor-. Muchas de ellas son también actividades en familia o con amigos. Activismo político en familia, un clásico que estaba olvidado y que el proceso ha rescatado.

– Ha ampliado de una manera increíble nuestra lista de barrios, pueblos y ciudades de los que podemos decir «yo he estado allí». Ciudadanos de Barcelona y del área metropolitana redescubriendo la Cataluña interior, más allá de su condición de destino turístico o vacacional, como «su propio país». Ciudadanos de pueblos y ciudades de toda Cataluña descubriendo y encontrando aliados para la construcción de la Cataluña independiente en los municipios metropolitanos, incluso en aquellos de los que nunca lo hubieran esperado.

Estoy convencida de que si cada uno de nosotros nos pusiéramos a hacer una lista de personas, lugares, entidades, actividades,… nuevas que han aparecido en nuestras agendas desde, por ejemplo, la manifestación del 11 de septiembre de 2012, nosotros mismos nos sorprenderíamos. Y quizá sea una ingenua o me pase de optimista, pero éste es el dato que me hace vivir el día a día del proceso hacia la independencia con ilusión y esperanza. Quizá la «revolución de las agendas» no tiene la épica ni la espectacularidad de otras revoluciones famosas, pero tiene la solidez y la profundidad de las revoluciones que se enraízan en el compromiso personal, valiente y lúcido, de la gente normal, del ciudadano de a pie. Una solidez y una profundidad que además es la mejor preparación para el primer y más gran reto del independentismo -una vez haya ganado el apoyo mayoritario en las urnas el próximo 27 de septiembre-: el proceso constituyente de un nuevo país. Un proceso constituyente que necesitará de un esfuerzo redoblado del activismo ciudadano para construir un país con todos y para todos.

Asociación Súmate: españoles trabajando por la independencia de Cataluña

Ayer tuvimos asamblea general de la Asociació Súmate y volví a casa pensando que era un buen momento para explicaros qué hacemos en esta asociación de españoles que vivimos en Cataluña. Bueno, qué hacemos ya lo he dicho en el título; trabajamos por la independencia de Cataluña, por eso nuestro lema es «Juntos vamos a construir un nuevo país». Lo que os quiero contar es por qué y cómo lo hacemos. Y así de paso comprobáis que lo que os cuento en este blog son experiencias compartidas con mucha gente venida de todas partes de España. Algunos llevan aquí toda la vida, otros son segunda generación, y otros hemos llegado hace pocos años.

Pero nos unen los sentimientos, las experiencias vitales y las ilusiones de un futuro mejor:

«Nos sentimos orgullosos de ser quien somos, de nuestra tierra. No vamos a renunciar a nuestra identidad, a nuestra cultura ni a nuestra lengua. Y no lo vamos a hacer en el futuro. Porque queremos un país abierto, diverso y rico, donde quepan todas las identidades. Cataluña ha demostrado que somos un solo pueblo, sin fracturas ni rupturas, sin renuncias.

Cataluña, la Cataluña que hemos construido entre todos, tiene ante sí un gran reto. Todos los que formamos parte de este país tenemos la oportunidad histórica de cambiarlo. Por eso defendemos nuestro derecho a decidir. Y decidir nuestro futuro depende de todos.» (Quienes Somos, en nuestra web: http://www.sumate.cat)
sumateasambleaBIScomp

La asociación Súmate nació hace un año y unos meses, impulsada por un grupo de españoles que siendo ciudadanos de Cataluña vieron la necesidad de participar de participar activamente en lo que aquí llamamos «el procés» (el proceso). Lo explicaron así en el Manifiesto fundacional:

«Súmate pretende ser parte activa en afrontar los retos sociales y políticos de Cataluña. Después del reiterado menosprecio de los distintos gobiernos del Estado español hacia las necesidades y las justas reivindicaciones de la sociedad catalana, ha llegado la hora de que trabajemos como un solo pueblo y construyamos un nuevo país, en libertad, que respete la diversidad y con el firme convencimiento de que nuestro bienestar presente y el del futuro de nuestros hijos, dependerá de nuestras decisiones.(…)

Tenemos derecho a decidir qué futuro queremos y estamos convencidos que un estado propio va a beneficiar al conjunto de los catalanes, sobretodo a la Cataluña popular y metropolitana, la que concentra la mayoría de parados, de familias empobrecidas y que más sufre el desmantelamiento de los servicios públicos.»  (el texto completo y más información en la web)

Yo me apunté a Súmate el 31 de enero de 2014 -después de asistir a la presentación de la asociación que hicieron en Barcelona- y os aseguro que es la mejor experiencia de todas las que estoy viviendo en estos meses. En este momento social y político tan apasionante que nos ha tocado en suerte a los que estamos en Cataluña. Es uno de los espacios de activismo en los que he comprobado y confirmado que el movimiento por la independencia viene de la gente. De la gente que quiere cambiar la sociedad y que está dispuesta a poner su granito de arena sin esperar a que otros (políticos, grandes organizaciones,..) vengan a solucionarles las cosas. Ciudadanos que ven que la construcción de un nuevo país les abre la posibilidad de trabajar activamente para conseguir que ese país sea mejor que el que hay ahora. Y todo esto siendo conscientes que no hay garantías de éxito, que la independencia es un proceso difícil y complejo, que la lucha será larga. Pero también convencidos de que la ruptura democrática es la única oportunidad que tienen para construir un país con más justicia social y con una democracia mejor.

A lo mejor esto que os acabo de explicar os sorprende porque es mucho más conocida la versión de que el movimiento independentista es identitario, excluyente, insolidario,…¡Nada más lejos de la realidad! Por eso la calle se llena de gente en las manifestaciones, de gente muy variada y diversa pero que tenemos algo en común: nos sentimos ciudadanos de Cataluña y queremos un país construido por y para los ciudadanos. Por eso las agendas y las vidas de muchos de nosotros han sufrido un cambio inesperado en estos últimos meses: reuniones, actos públicos, charlas en las asociaciones y en las plazas, manifestaciones,…Si hace un par de años alguien nos hubiera preguntado si estábamos dispuestos a poner horas de nuestra vida y dinero de nuestros bolsillos para una actividad política, la mayoría de nosotros hubiéramos respondido algo así como ¿de qué vas?

Y la experiencia más divertida: la de generar desconcierto y cortocircuitos mentales de todo tipo: en algunos catalanes que viven la independencia como un tema exclusivamente identitario (son pocos, menos de los que os pensáis); y en algunos, o muchos, españoles que piensan que la independencia va en contra de ellos. ¡Cómo íbamos a participar nosotros con esta alegría en algo que pensáramos que podía ser perjudicial para nuestros familiares y amigos! Somos ciudadanos de Cataluña y queremos lo mejor para la sociedad en la que vivimos. Una sociedad que es un país sin Estado y que ahora tiene la oportunidad de construir, por fin, un Estado que le permita autogobernarse. Y en este proceso constituyente los ciudadanos queremos tener voz y voto. Si lo conseguimos será una buena manera de confirmar que vosotros: nuestros familiares y amigos que vivís en el resto de España también podéis construir un nuevo Estado español. Que es posible impulsar desde la ciudadanía un proceso constituyente para conseguir más justicia social y una mejor democracia. Sólo una advertencia: os dará mucho trabajo y os complicará la vida, pero ¡vale la pena!

Votar la independencia de Cataluña: una tarea pendiente, ¡todavía!

Un mes y un día después del 9N los ciudadanos de Cataluña seguimos esperando que se nos de la oportunidad de votar, ¡en serio!, si queremos la independencia o no. Sé que a muchos os parece que lo nuestro ya es un tema enfermizo, que os resulta extraño que no seamos capaces de aceptar que no es posible hacer un referéndum legal, y que estáis convencidos que podríamos dedicarnos a otras muchas urgencias políticas sin necesidad de resolver primero ésta. Yo misma lo pienso muchas veces…, pero no, no es posible. Y no es deseable.

Cada día que pasa estamos más convencidos -y somos más los convencidos- de que sólo podemos afrontar los retos políticos que tenemos si empezamos a construir un nuevo estado independiente del Estado español. Podría entretenerme en comentar hasta qué punto ayuda a consolidar este convencimiento la actitud de un Estado que está cerrado en banda,-que no quiere ni siquiera reconocer la situación política que se ha generado estos últimos cuatro años en Cataluña, pero creo que no merece la pena. Lo que es verdaderamente interesante, la cuestión clave, es que el proceso de independencia nos ofrece la posibilidad de poner en marcha un proceso constituyente en una comunidad política de 7,5 millones de ciudadanos, un tercio de los cuales estamos dispuestos a participar activamente por todas las vías democráticas a nuestro alcance. Para mí ésta es la conclusión más importante de lo que pasó el 9N: 2.344.828 personas* fuimos a votar en un proceso participativo -conscientes de que no tenía validez legal y haciendo caso omiso de la prohibición explícita de los poderes del Estado al que pertenecemos- porque simplemente consideramos que tenemos derecho a decidir por vías democráticas y pacíficas el futuro político de Cataluña. Y una comunidad política que tiene la oportunidad histórica de decidirlo todo -los temas sociales, económicos y políticos- en un proceso constituyente en el cual tiene garantizada de partida una participación activa y comprometida de – como mínimo – un tercio de su población, tiene como primera obligación moral y política la de resolver esta cuestión.

El 9N nos trajo también algunos regalos interesantes. Los que votamos SISI para manifestar que nuestra opción es la independencia -el 80%- estamos especialmente agradecidos a los que vinieron a votar SINO y NO, porque asumieron el riesgo de desobedecer a un Estado al que quieren seguir perteneciendo. Desobedecer a un Estado que ya no consideras «tuyo» es más fácil, reconozcámoslo. Todos los que votamos tuvimos también una experiencia nueva como ciudadanos; por primera vez nuestras instituciones desacataban las órdenes del Tribunal Constitucional para garantizar nuestro derecho a la participación política. Los políticos que hemos elegido como representantes demostraban con hechos que asumen que la independencia sólo es un proyecto viable si hay una mayoría de ciudadanos que la pide. Y también que han entendido que su función es buscar las vías político-institucionales para saber lo que quieren sus ciudadanos antes de ponerse manos a la obra con la realización.

Ahora bien, tanto los ciudadanos de Cataluña como nuestros representantes políticos somos conscientes de que por mucho valor simbólico, sociológico y sentimental que tenga todo lo vivido en la jornada del 9N, no sirve como votación para tomar decisiones sobre la cuestión clave: independencia ¿SI o NO? Aunque hayamos tenido la caradura de desobedecer prohibiciones, somos lo suficientemente formales como para reconocer que los resultados no tienen el valor político necesario para resolver un tema de esta envergadura. Más allá de la falta de garantías democráticas y jurídicas, lo que más nos preocupa es que no se daban las condiciones para que todos los ciudadanos se sintieran llamados a participar, a formar parte del proceso y a expresar su opción. Por eso todos los que defendemos la independencia, defendemos la necesidad moral y política de consultar a todos los ciudadanos, y para ello sólo nos queda una opción: las elecciones autonómicas.

Unas elecciones autonómicas que tienen que ser necesariamente especiales, plebiscitarias, constituyentes. Sé que desde fuera puede parecer un invento, pero en todo caso es un invento que responde a una necesidad objetiva: la decisión de poner en marcha -o no- un nuevo país,no puede esperar y se ha de hacer con garantías democráticas. Sólo así podemos tener un resultado válido democráticamente que nos permita avanzar. Sólo si el SI a la independencia es mayoritario se podrá iniciar un proceso constituyente con la participación de todos los ciudadanos, también de los que votaron en contra. Espero que los responsables políticos de los partidos que defienden la independencia sepan encontrar la fórmula para que este «referendum sui generis» nos permita votar, ¡por fin! y lo antes posible, sobre la independencia de Cataluña.

PD: Perdonad la inactividad de mi blog desde el 14 de septiembre, el activismo proconsulta no me dejó tiempo para escribir y sólo pude compartir con vosotros un artículo escrito en grupo. Y si he tardado un mes más después del 9N es por lo mismo. Por aquí seguimos de reuniones, actos, debates,… la tarea política que tenemos entre manos necesita del esfuerzo y colaboración de todos desde la participación ciudadana y la autogestión.

*La información sobre los resultados en: http://web.gencat.cat/es/actualitat/detall/Resultats-definitius-del-proces-de-participacio-del-9N-00001

Votaremos SI+SI porque somos de izquierdas, articulo colectivo en Sin Permiso 2 noviembre 2014

Hoy comparto con vosotros este artículo que hemos escrito a muchas manos unos cuantos compañeros de diferentes organizaciones de izquierda de Cataluña. Publicado por Sin Permiso: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7448

SISIizda

La izquierda no debería tener dudas el 9-N: la opción SI+SI es la que mejor defiende las aspiraciones catalanas de autogobierno y los intereses sociales y económicos de las clases populares.

PORQUE HEMOS DE ESTAR DEL LADO DE LA MOVILIZACION POPULAR. Asistimos a una movilización multitudinaria, pacífica y transversal, en demanda de reivindicaciones legítimas e impulsada desde la base. La «V» construida en Barcelona durante la pasada Diada Nacional Catalana es una prueba fehaciente de ello. Desde la izquierda hemos de darle un apoyo decidido y activo. En sentido contrario, es bien sintomático que se opongan férreamente las oligarquías catalana y española, y en particular las grandes patronales.

PORQUE SE HAN AGOTADO LAS OTRAS POSIBILIDADES DE MEJORAR EL AUTOGOBIERNO. Esta movilización popular arranca con la sentencia del Tribunal Constitucional contra el nuevo Estatuto (2010), aprobado por el Parlamento español, después de recortarlo, y aun con ello refrendado por el pueblo catalán. El centralismo agresivo del PP fue el detonante y hace ahora imposible cualquier aumento de autogobierno, antes al contrario. La tibieza mostrada entonces por el PSOE resta credibilidad a sus súbitas propuestas pseudo-federalistas, las cuales en cualquier caso quedan muy por debajo de las aspiraciones catalanas. El auténtico federalismo sólo tiene sentido desde la plena soberanía de las partes, que se obtendría con la victoria del Si+Si.

PORQUE ABRE EXPECTATIVAS DE MEJORAS SOCIALES Y ECONÓMICAS. Ciertamente la independencia de Catalunya no comporta automáticamente el fin de los recortes. Pero su estructura social, su tejido económico y la correlación interna de fuerzas políticas ofrecen mejores expectativas futuras, a pesar de los posibles boicoteos o dificultades iniciales. Es bien claro que el actual marco estatal es un freno para los avances sociales y para el progreso económico a medio y largo plazo, mientras que el Si+Si abre realmente las puertas al país que queremos. La izquierda puede liderar esta construcción si asume un protagonismo más activo en decisión hacia el Si+Si.

PORQUE ACELERA EL FIN DEL REGIMEN DE LA RESTAURACION. También para las clases populares del resto del estado se abren mejores expectativas a medio plazo, a pesar de que en una primera etapa pueda derivarse un debilitamiento de las fuerzas de progreso y la pérdida de un aportador neto a las finanzas conjuntas. En efecto, la independencia de Catalunya pondría de manifiesto el fracaso de las clases dirigentes tradicionales y de los partidos dinásticos que han apoyado la segunda restauración borbónica. Supondría un duro golpe para un régimen monárquico en descomposición, precipitando la ruptura democrática hacia una tercera república.

PORQUE EVIDENCIA EL DERECHO DE LOS PUEBLOS A CONFIGURAR LOS ESTADOS. La mayor parte de los estados actuales se han delimitado a partir de conflictos bélicos o de pactos entre las clases dominantes, ignorando la voluntad de los pueblos afectados. La configuración de un nuevo estado por la presión pacífica popular significaría un hito en la recuperación  de la democracia de base, invirtiendo la degradación sufrida en los últimos años. Hay que reivindicar el empoderamiento de los pueblos incluso para configurar los mapas políticos.

PORQUE EJEMPLIFICA LA VICTORIA DE LA RESISTENCIA DE UN PUEBLO. Catalunya es uno de los casos de territorio anexionado bélicamente y sometido a reiteradas represiones políticas y militares. La izquierda ha de celebrar que un pueblo haya resistido tantos siglos de dominación y que finalmente haya alcanzado su liberación por vías pacíficas.

PORQUE DEMUESTRA QUE TODO PUEDE CAMBIAR. La victoria del Si+Si dejaría claro que ni la Constitución del 78 ni las presiones y amenazas de ahora pueden frenar la voluntad popular de decidir y de cambiar. Ganar libertades es ganar progresos sociales.

Josep Ferrer, Francesc Osan, Josep M. Armengou, Francesc Matas, Elvira Duran, Josep Lluis Fernández, Josep M. López Llaví, David Companyon, Miquel Angel Escobar, Carme Garcia, Josep Ginesta, Lluis Rabell, Miguel Salas, Teresa Mira, Albert Farriol, Enric de Vilalta, Josep Sementé.

Un día para recordar: el oficio de ser ciudadano, 11 de septiembre de 2014

Hoy lo tengo complicado para explicar la experiencia colectiva vivida el jueves pasado en las calles de Barcelona. Por tanto este post es más una expresión de mi vivencia personal que un intento de explicar y analizar la manifestación de la V del día 11 de septiembre, la Diada de 2014. Creo que las imágenes que habréis visto hablan por sí solas. Una multitud de ciudadanos alegres, ilusionados, y a la vez conscientes de la responsabilidad y el compromiso que implica mantener viva la reivindicación. Una multitud feliz de comprobar una vez más que somos muchos los que queremos un futuro diferente -la independencia de Cataluña-, y que estamos dispuestos a lucharlo juntos por las vías democráticas a nuestro alcance. La primera y prioritaria: la consulta del 9 de noviembre. Y yo, de nuevo, con esta sensación de ¡qué suerte tengo de vivir en Cataluña en estos momentos!

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Una de las cosas mejores de sumergirse en una movida como la del 11 de septiembre es sentir con intensidad esa emoción que activa lo mejor de nosotros mismos, como personas y como ciudadanos. No es una emoción irracional o fanática, como muchos piensan o quieren hacer pensar. Es una emoción sincera, honesta, serena, que nos conecta con una dimensión de nuestra persona que tantas veces tenemos olvidada: la dimensión política. Como bien decía Aristóteles la persona es zóon politikon (animal político). Perdonad la filosofada, pero no me he podido contener.

Es esa emoción la que recupera para nuestra conciencia nuestra dimensión política, y recupera para nuestra acción diaria el oficio de ser ciudadano. Ese segundo oficio que tenemos todos y del que todos somos aprendices y maestros a la vez. Ese oficio que nos tocará ejercer cada día hasta el 9 de noviembre de una manera muy especial. Un oficio que sólo se hace bien si se hace con esa motivación que nos conecta con lo mejor de nosotros mismos.

El jueves pasado en la calle estábamos ejerciendo de ciudadanos y  a la vez recordando cuáles son las tareas de ese oficio. Las que tenemos ya dominadas cada uno, y aquellas en que nos falta estudiar o practicar. Recordando cuáles podemos perfeccionar por nosotros mismos y cuáles sólo se pueden ejercer si las instituciones políticas que hemos elegido hacen bien su papel.  Recordando la lucha de tantos ciudadanos que ha hecho posible que estemos hoy aquí, desde los ciudadanos de la Barcelona de 1714 hasta los de anteayer. Recordando que es un oficio que sólo se puede hacer en grupo, organizándonos desde la cooperación generosa y responsable.

Y en este segundo oficio todos los que salimos a la calle el día 11 somos iguales: trabajadores, parados, precarios, cuidadores, activistas, directivos, intelectuales, artistas, técnicos, profesionales de los diferentes ámbitos, deportistas, políticos… y a la vez cada uno lo adapta a su vida habitual. Las competencias y técnicas que hemos perfeccionado en nuestros distintos oficios y experiencias las podemos utilizar en estos meses para mejorar nuestro desempeño del oficio de ciudadano: capacidades comunicativas, técnicas, de análisis, de organización, de logística,… Y también podemos aprovechar los espacios de incidencia social que cada uno tenemos. De la conversación tú a tú con nuestros vecinos y amigos, hasta las declaraciones de los que tienen proyección pública. De las actividades en familia o en las asociaciones en las que participamos en nuestro día a día, hasta la participación activa en campañas y eventos varios.

Y todo esto por supuesto asumiendo riesgos y aceptando un grado de incertidumbre que no es menor. ¡Son los gajes del oficio!, del oficio de ciudadano. No somos unos descerebrados ni unos ingenuos. Somos conscientes de las dificultades de la articulación de nuestras reivindicaciones democráticas con la legalidad vigente, del reto que supone ejercer la muy probablemente necesaria desobediencia civil. Vivimos cada día el milagro de sumar personas y grupos diferentes, un milagro que en muchos momentos camina por la cuerda floja. Comprobamos una y otra vez que los cambios generan resistencias y bloqueos en las personas y en las organizaciones. Sentimos, y sufrimos,  la tensión que genera la lucha de intereses, de los legítimos y de los que no lo son. Pero estamos convencidos de que saldremos adelante, ¡y con el arte del buen oficio!

Cuando estábamos el la V teníamos la sensación de vivir un día histórico que todos recordaremos dentro de un tiempo. Lo recordaremos como un día importante en nuestra biografía y también en la historia colectiva de la sociedad de la que formamos parte. Lo recordaremos porque nuestro presente será resultado del futuro que soñamos un 11 de septiembre de 2014. Del futuro que soñamos juntos en la calle; pasando calor, riendo, aplaudiendo, cantando, abrazándonos, y haciéndonos fotos. Cargándonos de la energía política que necesitamos para construir ese futuro que sólo es posible si todos, todos, hacemos nuestra parte del trabajo.